Vivelasmerindades. Rompe con la quietud del cálido hogar y desperézate para alcanzar la muga que catapulta una visión única y, que solamente se magnifica en primera persona. ¡No te defraudará!
-¿Está lejos, mami?
-No, hija. Desde Villarcayo vamos en coche dirección Bilbao. A los dos kilómetros, tomamos el cruce a la izquierda que marca Torme y Quintanilla del Rebollar. Es una carretera con encanto que remonta el río Trema hasta llegar a Cornejo. Un cruce frente a la fuente y el pilón donde abrevan las vacas, nos conduce hacia Villamartín de Sotoscueva.
-Sí, nena. Es un pueblo donde se termina la carretera, pero no los senderos. Un pueblo con cuidadas casas de mampostería y fuertes vigas de roble. Al final del pueblo, ahí donde la iglesia atestigua el fin del asfalto, aparcamos.
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Villamartín de Sotoscueva, punto de partida |
La dificultad para llegar a nuestro objetivo es baja. La pendiente que supera el cementerio del pueblo y los pasos canadienses en una pista de monte con cantos rodados y zahorra nos abre paso a un monte abierto llamado
Paño.
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Paso canadiense |
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La ascensión resulta cómoda |
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Ideal para ir en familia |
Las encinas y robles que se entrelazan en un bosque con toque mediterráneo
quedan a nuestra
derecha mientras ascendemos sin dificultad.
La muela de
las canales de Dulla aparece como por arte de magia al final de la ascensión.
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El Paño con la Muela al fondo |
Bien señalizado, el Ventanón, tímido, se esconde al otro lado de un arbolado disperso y un piso acomodado entre lastras, argomas y brezos.
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Buena señalización para llegar a nuestro destino |
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¿Dónde está? |
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Se otea la Merindad de Valdeporres al fondo |
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Sin vértigo |
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Las Merindades de Sotoscueva y Valdeporres a caballo |
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Sus dimensiones imponen |
- ¡Mami, me ha encantado la excursión! ¿Podemos descubrir más secretos?
- Claro que sí. Vivir en las Merindades es una gran ventaja para sentirse feliz. Sus paisajes, historia y gentes así lo hacen posible.
Mas Vivir las Merindades también puede todo aquél que se funda en el Norte de Burgos venido desde cualquier punto del mundo. Porque, ¡aquí cabemos todos!