domingo, 16 de octubre de 2016

Vida Pasiega

Vivelasmerindades si osas acercarte a los valles y cumbres nunca imaginados en nuestro país.
La causa es el origen glaciar que millones de años antes de nuestra presencia descarnó una piedra negra y estratificada para ahondar en busca de los infiernos.
Como paradoja, el averno se transformó, cual Cenicienta, en un paraíso angosto, serpenteante y vestido con diferentes verdes y ocres debido a una vegetación prehistórica: helechos, brezos y una hierba esmeralda atestiguan el paso del tiempo y de las estaciones en un clima tan áspero en sus cimas como suave y húmedo en los sombríos valles.
La magia de esos valles continuó una vez iniciada la historia. Sí, esa que los hombres escriben para intentar alcanzar la inmortalidad. Los habitantes de esta parte del Septentrión responden al nombre de Pasiegos. Su cauce principal es el río Pas, que muere con orgullo en el mar Cantábrico. De ahí su calificación.
Una cultura exclusiva de estos lares, única. Una forma de vida que algún osado ha proyectado erróneamente y que, por suerte no se ha conseguido: reciclar en modo civilizado y que, no es consciente que nada más civilizado es vivir en simbiosis pura con la madre Gaia.
Sus recursos se deben a un cuidado celoso del ganado vacuno tomando de él sus carnes, leche y sus derivados que, en recetas ancestrales, consiguen apaciguar el frío invierno al calor entre sus animales en cabañas construidas con piedras debidamente superpuestas en las paredes y lascas en los tejados.
Estabularse en las sombras durante las temporadas de abrigo y alcanzar el cielo con cabañas que desafían al vértigo en los frescos estíos para aprovechar los pastos de unas casi verticales laderas glaciares son el devenir de esas gentes reservadas y muy seguras de que lo que construyen sin apenas alterar nada es lo correcto para la sostenibilidad del presente y, si nadie les turba, de su futuro.
¡Acércate!